Bailando por el mundo con Alessandro Audisio

¡Feliz cumpleaños!

Alessandro Audisio, bailarín romano, es todo un trotamundos. Ha recorrido medio planeta por países como Inglaterra, Italia, Francia, Rumanía, Hungría, EEUU y ahora España. Ha bailado icónicas piezas como Romeo y Julieta, Alicia en el País de las Maravillas, Cascanueces, La Bella Durmiente, Pinoccio y Don Quijote (esta última en diferentes versiones). No obstante, tras su paso por diferentes escuelas y compañías menciona En Sol (Jérôme Robbins) y Night Creatures (Alvin Ailey) como sus piezas contemporáneas favoritas.

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Comienzas tu formación en tu ciudad natal, Roma, y con tan solo 16 años te trasladas a Londres para estudiar en la Royal Ballet School. ¿Cómo fue ese cambio? ¿Notaste la diferencia en la manera de enseñar entre Italia e Inglaterra?

Fue un cambio muy importante para mí, tanto en lo profesional como en lo personal. Era muy joven e inexperto, y esa experiencia cambió totalmente mi vida y forma de ser. Mirando atrás soy consciente de que tuve el suficiente valor al irme al irme de casa para vivir solo y en un país extranjero sin saber hablar el idioma. Sin embargo, lo único de lo que me acuerdo es de la excitación y el entusiasmo de empezar una nueva aventura. La verdad es que al ser una de las mejores escuelas del mundo no lo pensé mucho.

Respecto al estilo de enseñanza noté mucha diferencia. Creo que la Royal Ballet School me ha ofrecido un training mucho más completo e intenso con clases de clásico, contemporáneo, pas de deux, pilates y fortalecimiento muscular. Además esa formación se completaba con clases de estudio de coreografía, fisioterapia, nutrición e historia de la danza. Después me ofrecieron una beca para un curso de verano y eso hizo que me enamorara de la escuela y de la ciudad.

 

¡Para ser tan joven has recorrido mucho mundo! Has pasado por Birmingham, Bucarest, Francia y Hungría ¿A qué se debe tanto cambio? ¿Qué destacarías de la enseñanza de ballet de cada país?

Sí, es verdad. He viajado mucho durante los últimos años y todas esas experiencias han sido únicas e inolvidables; no las cambiaría por nada porque han formado la persona que soy hoy. El motivo de tanto cambio creo que es debido a mi personalidad; soy una persona en constante búsqueda de motivación, pero sobre todo con mucha ganas de conocer, probar, sentir, ver y vivir nuevas sensaciones, tanto en el ámbito de la danza como fuera de ella.

La diferencia más grande que he notado es que en las compañías del Este las tradiciones del ballet clásico están muy arraigadas. Allí la danza clásica es muy amada y apreciada por el público, y es muy palpable la influencia rusa. Por el contrario, en Francia tuve la oportunidad de embarcarme en piezas más neoclásicas y dónde he podido apreciar un lado más elegante y refinado de la danza, aunque tal vez más contenido en el sentido de expresión.

 

¿Si tuvieras la oportunidad a cuál de ellos te gustaría volver? ¿Qué significa para ti bailar en compañías de países tan diferentes?

Nunca he pensado en volver atrás, no me gustaría. No porque no hayan sido bonitas experiencias, como ya te decía todas ellas son parte de mí y me han ayudado a crecer como artista y persona. Sin embargo, soy muy curioso, y por tanto me gusta mirar hacia adelante y descubrir lo que me puede reservar el futuro. No me cierro a nada, me gusta seguir adelante; quizás una experiencia en Estados Unidos.

En el 2019 ingresas en la CND, coincidiendo con el estreno de nuestro nuevo director, Joaquín De Luz. ¿Cómo fue ese recibimiento? ¿Se notaba la frescura de un nuevo comienzo en el ambiente?

Sí que noté una frescura en el ambiente, sobre todo porque también fue un nuevo comienzo para mí. Puedo decir que se palpaba una atmósfera de excitación de parte de toda la compañía; yo por mi parte estaba muy emocionado de ser parte de ese nuevo comienzo.

 

Centrémonos en las piezas. Has bailado producciones icónicas, como el Cascanueces, El Lago de los Cisnes, Don Quijote, La Bella Durmiente o Pinoccio, por mencionar unos pocos. ¿Cómo te sientes al bailar una coreografía que el público conoce tan bien? ¿Te gusta más bailar piezas muy conocidas o piezas que resulten novedosas para los espectadores?

Siempre he sido un gran amante de los clásicos del baile. Desde joven he tenido la posibilidad, como estudiante y más tarde como profesional, de bailarlos casi todos. Poderlos bailar ha sido un sueño hecho realidad. Tras mi paso por varias compañías he apreciado y disfrutado mucho más bailar piezas modernas como En Sol de Jérôme Robbins y Night Creatures de Alvin Ailey.

Don Quijote, en concreto, lo has bailado dos veces: una con la Ópera Nacional de Bucarest y otra en el Teatro de la Ópera en Roma. ¿Cómo fue bailar una pieza tan española con compañías extranjeras? ¿Cómo lo abordaba cada una? ¿Te gustaría bailarlo con la CND?

Mi primer acercamiento al ballet de Don Quijote fue de hecho en la escuela del Teatro de la Ópera de Roma, cuando aún era estudiante. Tuve la suerte de trabajar con dos profesores cubanos, Pablo Morer y Ofelia González, por lo que pude notar una huella bastante española en cuanto al estilo, mientras que la técnica tenía una gran influencia cubana, obviamente. Además de unos extractos, tuve la oportunidad de interpretar el rol de Basilio, al tener que sustituir a un bailarín que se lesionó en el último momento.

En Bucarest, a pesar de una preparación más superficial, era evidente la influencia del estilo ruso. Con ellos bailé la seguidilla y la parte de los toreros. Por supuesto que me gustaría bailarlo con la CND, quizás en una nueva versión.

 

¿De todas las coreografías que has bailado hay alguna a la que le tengas especial cariño?

Tengo varias en mi lista. Me encantan, por lo general las coreografías de Balanchine y ha sido una experiencia increíble bailar piezas como Allegro Brillante o Theme and variations, además de trabajar con una de sus musas, Patricia Neary. También disfruté muchísimo bailar Night Creatures (con un estilo más jazz) y En Sol. Por último, no puedo olvidarme de Sinfonietta de Jirí Kylián; bailar esa pieza fue muy emocionante y estresante, porque era uno de mis primeros roles más importantes en una compañía.

El entrenamiento y la rutina que tenéis los bailarines tiene que ser muy estricto y disciplinado. ¿Podrías contarnos cómo es un día de trabajo cualquiera?

Digamos que puede cambiar de un día para otro. Lo primero que hago es escuchar a mi cuerpo. Los días en los que me siento más tenso y contraído, realizo algunos estiramientos antes de empezar la clase. En cambio, si veo que mi cuerpo no está reaccionando, lo activo con unos sencillos ejercicios para glúteos, abdominales y pies. Entonces comienza la clase de clásico, y tras un pequeño descanso tenemos ensayos hasta la tarde. Puedes trabajar en el mismo ballet todo el día, pero también hay días en los que ensayamos diferentes piezas una tras otra. Este último caso es obviamente más complicado, porque hay que adaptar el cuerpo para que se mueva de otra manera a la hora de pasar de un estilo a otro. Cuesta un poco más.

 

Imagino que también tendréis que ser estrictos con la dieta. ¿Hay algo en concreto que hayas tenido que dejar de comer y te cueste mucho no hacerlo?

Intento limitar el consumo de comida basura, aunque por supuesto, me permito algunos pecados de gula como un buen postre, una pizza o una copa en una terraza por ejemplo. Y desde hace poco limito el consumo de lactosa y gluten porque he descubierto que soy intolerante, pero no sigo un régimen en particular.

 

Como hoy es tu cumpleaños habrá que hacer una excepción. ¿Tu tarta o comida de cumpleaños favorita?

Mi postre favorito es el tiramisú, sobre todo el de mi madre. Cuando tengo la oportunidad de pasarlo con mi familia en Italia, tengo la certeza de que estará ahí esperándome para apagar las velas.

ALESSANDRO AUDISIO – CUERPO DE BAILE CND

 

Entrevista por: Sandra Cadenas