Bailando por el mundo con Álvaro Madrigal

Álvaro Madrigal, sevillano de nacimiento, es un bailarín versátil. No se encasilla como bailarín clásico ni como bailarín contemporáneo, lo cual le permite disfrutar del repertorio de la Compañía Nacional de Danza al completo.

Álvaro respeta mucho la danza clásica como para definirse como bailarín clásico y lo mismo con respecto a la danza contemporánea. Se define como un bailarín emocional, alguien que necesita sentir algo cuando está bailando.

Álvaro_Madrigal

Vienes de una de las ciudades con más arte de España: Sevilla, ¿fue su duende el que te inspiró para empezar a bailar?

Es verdad que Sevilla es una ciudad que te puede inspirar en muchos aspectos, pero considero que es tu cuerpo al escuchar la música lo que te inspira a bailar, independientemente de dónde te hayas criado.

En tu familia la profesión artística está muy presente ¿Te influyó a la hora de decidir dedicarte al arte de la danza?

Me influyó a la hora de ser libre, de elegir qué hacer con mi vida. Siempre tuve el apoyo de mis padres para dedicarme a cualquier cosa que me hiciera feliz.

La danza es una profesión tan dura físicamente que impide poder dedicarse a ello toda la vida ¿A qué crees que te dedicarás cuando no tengas la capacidad física que tienes ahora? ¿Has pensado en estudiar otra carrera?

Pues es una pregunta que asusta al bailarín en general pero a mí no me quita mucho el sueño.

Sí es verdad que para bailar en una compañía como la CND hay un límite de edad fisiológico. No estamos obligados a dejar la compañía a cierta edad, pero llega un momento en el que tu cuerpo ya no rinde como cuando eras joven y cuesta más llegar al nivel de excelencia que requieren ciertas coreografías y entonces no te queda otra que dejar tu puesto de bailarín en la compañía.

No obstante la danza es para todo el mundo y para todas las edades, así que si quieres seguir bailando una vez alcanzada cierta edad, puedes crear o unirte a proyectos enfocados en otro tipo de danza que no requieran la agilidad y fuerza de un joven de veinticinco. No por ello esta danza es menos interesante, todo lo contrario, es danza llena de experiencia, conocimientos y madurez, pero lo cierto es que no hay lugar para este tipo de danza en la Compañía, por eso considero que la jubilación del bailarín se debería adelantar a una edad coherente, como hacen otros países europeos y no a los sesenta y cinco, como ocurre en España. A mí quizá me da por abrirme un bar de pescaíto frito a pie de playa cuando sea más mayor, ¡quién sabe! Recibo con los brazos abiertos todo lo que me regale la vida.

Al principio de tu carrera trabajaste en la compañía de Ángel Corella como algunos de tus compañeros de la CND ¿Coincidiste con ellos? ¿Qué aprendizaje te llevaste de allí?

¡Sí! Y me hizo muchísima ilusión. Coincidí con Toby William Mallit, Cristina Casa, Ana Calderón, Ion Agirretxe y Roberto e Iván Sánchez. Lo primero que aprendí fue que tenía muchísimo por aprender. Era una compañía llena de talentos y me inspiraron y motivaron un montón.

Tu trayectoria se ha marcado por distintas compañías de ballet ¿Qué estilo de la danza crees que te define? ¿Crees que el haber trabajado en estas compañías ha influido a la hora de decantarte por él?

Afortunadamente he trabajado en varias compañías con repertorios muy diferentes y eso me ha dado capacidad de adaptación y herramientas para construirme como bailarín. En la vida hay que probarlo todo para saber qué es lo que realmente te gusta, consejo válido no solo para la danza.

Además del ballet clásico ¿hay otros estilos que te caractericen? Siendo sevillano ¿el flamenco?

Pues nunca se me dio muy bien el flamenco la verdad. Tenía mucha timidez y poca sangre, y eso es la peor receta para esa disciplina, aunque he de decir que ahora hay pocas cosas que disfrute más que bailarme una sevillana en el Real de la Feria con mis amigas del conservatorio.

No hace mucho tiempo pudiste disfrutar en la CND de una clase con Joaquín De Luz y con acompañamiento de guitarra ¿Qué sentiste como sevillano al bailar sobre los acordes de una guitarra flamenca?

Lo disfruté mucho y fue muy agradecido pero, en mi opinión, prefiero el piano. Los dos instrumentos son polifónicos y tienen una gran riqueza musical, aunque a la hora de tocar varias notas al mismo tiempo, el piano es más flexible que la guitarra y su rango en matices es más amplio, lo cual se agradece para acompañar determinados ejercicios. Aun así considero que fue muy interesante como trabajo de oído en la clase.

También has bailado con distintos coreógrafos de enorme prestigio ¿Con cuál te has sentido más identificado?

He disfrutado mucho trabajando con Antonio Ruz. Me he sentido muy cómodo con su lenguaje y eso me dio capacidad de relajarme, disfrutar y transportarme en el escenario a un lugar muy especial mientras bailaba.

En 2012 entraste a formar parte de la Compañía Nacional de Danza bajo la dirección de José Carlos Martínez. Has bailado roles principales y solistas ¿Qué rol te ha gustado más desarrollar?

Tengo una pieza guardada en un lugar muy bonito en mi corazón. Gods and Dogs, de Jiří Kylián. No te puedo decir que la bailara perfectamente pero te puedo asegurar que las sensaciones que recorrieron mi cuerpo hicieron que todos los sacrificios que hice desde que empecé a bailar merecieran la pena.

Fue un proceso intenso y muy bello y tuve la suerte de tener de compañera a la bailarina Irene Ureña, con la cual siento una conexión muy especial en el escenario. Sentirla a mi lado me transmitía paz y seguridad.

En la Compañía compartes muchas horas con compañeros de otras culturas, entre ellas, la tuya, la andaluza ¿Qué te aporta esa diversidad? ¿Qué aportas tú?

Me encanta la diversidad cultural que tiene la Compañía, ¡sobre todo gastronómicamente hablando! Me encanta cuando YaeGee Park me lleva a comer barbacoa coreana o Anthony Pina me hace pancakes al estilo americano. Como moneda de cambio tengo mi querida Feria de abril y me los llevo a beber rebujitos y comer jamón.

Has tenido la suerte de poder trabajar de tu pasión en tu país ¿Crees que la danza ocupa un hueco importante en la cultura española? ¿Piensas que está bien valorada?

Creo que es fácil de contestar esta pregunta solo con ver la cantidad de bailarines con un talento inmenso que tienen que dejar el país para poder bailar dignamente. La situación de la danza en España es precaria. Con el talento que hay en el país, si la danza fuera valorada aquí y ocupara el lugar que se merece en la cultura, España sería una potencia mundial de la danza.

Para terminar, ¿celebrarás tu cumpleaños bailando? ¿Te gustaría pasarlo en tu tierra?

Por supuesto bailando sí, pero en cualquier lugar siempre que sea con la gente a la que quiero.

 

Entrevista: Natalia del Buey