Bailando por el mundo con Helena Balla

¡Feliz Cumpleaños!

Yo como bailarina me considero una bailarina con bastante energía, con muchas inquietudes y siempre con ganas de aprender cosas nuevas. Creo que al final bailamos como somos, la personalidad que tenemos se refleja a la hora de bailar. Parece un mito pero al final es así y en nuestra danza se refleja nuestro carácter. Después, en cuanto a disciplina artística, me siento cómoda en la danza clásica que es mi base y me parece fundamental, la respeto muchísimo. Pero me identifico mucho con el neoclásico, que tenga base clásica pero con movimiento más amplio y pudiendo experimentar nuevas sensaciones.

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En tus inicios como bailarina te formaste en distintas escuelas españolas ¿En qué momento de ese proceso te diste cuenta de que querías dedicarte a la danza?

 

Mis inicios en la danza fueron en mi escuela en Barcelona de la mano de Berta Vallribera y Enric Castany. Les agradeceré siempre la formación y los valores que me inculcaron. Los valores de la danza, la disciplina y sobre todo el amor por este arte. Fue ahí donde un día, gracias a conocer a unos bailarines fantásticos que ahora puedo llamar mis íntimos amigos, decidí que quería arriesgarme y formarme para ser bailarina e intentar conseguir una carrera profesional.

Por supuesto esto no hubiera sido posible sin el apoyo incondicional de mis padres y mi hermana, que nunca dudaron en mí. Ellos son mi mayor fuente de inspiración por su tesón y fortaleza, les admiro mucho.

 

En 2008 decidiste viajar a Madrid para continuar tus estudios, implicando formar parte del Joven Ballet de la Escuela de Víctor Ullate ¿Cómo recuerdas esta primera experiencia en una compañía?

 

Al llegar a Madrid, Víctor Ullate me ofreció estudiar con él y entrar a formar parte del Joven Ballet de Alcobendas. También ahí empecé a hacer alguna producción con su compañía grande y eso fue una nueva oportunidad para mí. Mi primera experiencia allí fue muy enriquecedora. Fue crucial para sentirnos motivados, experimentar y permitirnos crecer en esa primera etapa profesional. Víctor nos transmitió toda esa ilusión que en ese momento necesitábamos.

Dos años después, completaste tu formación en ballet clásico en la Escuela de Ballet Carmina Ocaña y Pablo Savoye ¿Qué te hizo decantarte por la danza clásica? ¿Te hubiera gustado especializarte en otro estilo?

 Sí, cuando decidí seguir formándome con Carmina Ocaña y Pablo Savoye fue porque quería definir aún mis bases clásicas, hacerlas más sólidas y creo que ellos tenían el ojo y las herramientas perfectas para ayudarme. No es que me declinara por la danza clásica, es que esa ha sido mi formación de base desde mis inicios. Aunque siempre estudié distintas disciplinas como la danza española, castañuelas, moderno, jazz… Creo que las demás disciplinas me han enriquecido en la forma de moverme. Con los años, pienso que la danza clásica y la neoclásica me encantan y soy feliz dedicándome a ello. Pero admiro mucho a los bailarines de danza española y flamenco, creo que son bailarines súper completos y muy musicales. A veces me planteo cómo podría haber sido mi carrera si me hubiera declinado por esa disciplina pero estoy muy orgullosa de la decisión que tomé. Ahora les voy a ver a los teatros, les disfruto y me inspiran.

 

Formaste parte, como algunos de tus compañeros de la Compañía, del Barcelona Ballet de Ángel Corella ¿Cómo fue trabajar con él? ¿Cuál fue tu mayor aprendizaje allí?

 

Empezar a trabajar con Ángel fue un sueño hecho realidad. En este momento era una estrella de ABT y todos veíamos sus vídeos y DVDs hasta las mil de la noche. Realmente el carisma que transmitía en su danza lo transportaba al estudio y nos daba muchísima fuerza a los bailarines. Aprendí muchísimo de toda esta etapa y de las oportunidades que me dieron ya que me permitieron crecer mucho como artista y técnicamente. Compartí esta etapa con muchos compañeros que están ahora en la CND y fue muy enriquecedor porque bailamos grandes clásicos y piezas neoclásicas. Fue una experiencia brutal que me enriqueció muchísimo, me dio la experiencia de bailar, de coger tablas en la compañía y trabajar con Ángel y su equipo, que eran todos maravillosos. El ambiente de trabajo era muy alegre y el nivel técnico de los bailarines era muy alto. Fue una etapa increíble.

En 2014 viajaste a Alemania para participar como bailarina invitada en las compañías de Goyo Montero y Ricardo Fernando ¿Qué destacarías de los directores? ¿Y de los demás bailarines?

Goyo Montero es un director muy exigente y maravilloso en su trabajo. Aprendí mucho que de él ya que el registro que tiene es muy diferente al que yo había tenido en la compañía de Ángel y con Víctor Ullate. Entonces para mí fue conocer otra manera de bailar, trabajar y conocer otros movimientos. Allí bailé la producción de Romeo y Julieta que se había hecho en la CND un año antes de que yo entrará así que es una casualidad muy bonita. Después en Ballet de Hagen, con Ricardo Fernando, era una compañía más pequeña con un grupo de bailarines muy internacional y con una técnica y un nivel muy alto del que disfruté mucho porque bailamos muchas piezas y me enriqueció un montón. Es un coreógrafo que lleva más de veinticinco años dirigiendo compañías en Alemania. Fueron unos meses muy importantes para mi experiencia como bailarina y trabajar en otros registros de danza me enriqueció mucho para mi carrera.

¿Encuentras alguna diferencia en el modo de trabajar y experimentar la danza fuera de España?

Lo que más me enriqueció el de trabajar en Alemania, tanto en el Ballet de Núremberg como en el Ballet de Hagen, fue la experiencia de trabajar en compañías que residen en un teatro. Me pareció muy bonito poder trabajar en el teatro directamente y hacer los ensayos y actuaciones ahí. También la cantidad de funciones que tienen es mucho más elevada que el número de actuaciones que tenemos en España, dado que la compañía forma parte de un teatro y eso hace que haya más programación. Así mismo, también me parece muy enriquecedor para los bailarines trabajar cerca de la gente de la ópera, de la orquesta, de la gente de musicales, que en Alemania también está en el teatro, y eso enriquece un montón al artista. Realmente en España nos haría mucha falta que la Compañía Nacional de Danza perteneciera a un teatro porque es como ocurre en la mayoría de compañías de Europa y me parece que para los bailarines y para la danza en España sería muy importante. 

Ese mismo año, José Carlos Martínez te dio la oportunidad de formar parte de la Compañía Nacional de Danza ¿Cómo es bailar en la compañía de tu país? 

Entrar la Compañía Nacional de Danza para mí fue cumplir un sueño. Desde que había visto a la CND Junior, la CND2, en el Teatro Tívoli de Barcelona, soñé que algún día pudiera formar parte de la Compañía Nacional de Danza. Después de audicionar cuatro veces, José Carlos me dio la oportunidad de entrar y le estaré siempre agradecida. Me siento muy feliz de poder formar parte de la compañía nacional de mi país y llevar el nombre de España y bailar por todos los teatros que hemos bailado por el mundo. El repertorio que bailamos en la compañía es muy versátil, del clásico al contemporáneo, al fin y al cabo es el repertorio por el cual me he querido desarrollar como bailarina y en esta bailarina eso es posible, ¡tenemos mucha suerte! Es por ello que para mí era la compañía en la que me apetecía entrar y me siento muy feliz por ello.

Aquí, has podido bailar papeles solistas en ballets míticos como Don Quijote, El cascanueces, The Vertiginous Thrill of Exactitude, entre otros. ¿Cómo fue el proceso de trabajo? ¿Qué supuso para ti interpretar estos roles?

El hecho de interpretar roles solistas te da la oportunidad de hacer un trabajo más específico, un desarrollo más personal y por supuesto, de una evolución. Siempre me lo he pasado muy bien interpretando esos roles pero sobre todo lo que más me gusta es el trabajo que hay detrás de eso, la evolución personal y artística que recibes ya que te hace crecer como bailarina.

Después el hecho de interpretar roles en las piezas de Forsythe fue una experiencia espectacular, súper enriquecedora y fue fantástico trabajar con los maestros Noah Gelber, Maurice Causey y Agnès Noltenius ya que ellos nos transmitieron a todos los bailarines su exquisito gusto por el trabajo, por el movimiento. Realmente fue un placer y una maravilla para mí poder trabajar con ellos. Llevaré sus conocimientos siempre conmigo y a ellos como personas en mi corazón, son realmente maravillosos.

En todos los demás roles que he podido interpretar siempre para mí ha sido un gusto y un placer que me dieran la oportunidad de trabajarlos. Los he disfrutado muchísimo.

 

Has participado también en numerosas galas de danza. ¿Qué ballets has interpretado en ellas y que supone para ti esta experiencia?

El hecho de ir a galas de danza siempre te da un chute de energía, alegría y sobre todo de inspiración de compartir escenario con bailarines externos a tu día a día. Otra parte interesante es el trabajo personal que conlleva la preparación y la recompensa de ese trabajo. Y otro aspecto interesante de las galas es que puedes bailar piezas diferentes al repertorio que estés haciendo en ese momento. El hecho de que en las galas siempre hay bailarines de otros lugares y de otras compañías es siempre una bonita fuente de inspiración.

La verdad es que siempre las disfruto mucho y

Actualmente formas parte del elenco de Arriaga Giselle, coreografiadas por el actual director de la Compañía, Joaquín De Luz ¿Cómo ha sido trabajar con él? ¿Qué te llevas de estas piezas?

Después de todo este tiempo de pandemia y este año de “recuperación” para mi estar en las piezas de Arriaga y Giselle ha sido importante ya que los bailarines nos debemos al escenario y para nosotros ha sido muy difícil estar tan parados y en algunos momentos no saber si podríamos volver al escenario de una forma “normal”. Aunque este año haya habido pocas funciones, las que hemos hecho han sido el motor del día a día de ensayos.

 

El hecho de trabajar en la versión de Giselle de Joaquín De luz nos ha servido para tener un objetivo y sobre todo hacer una pieza en la que todos estamos juntos en el escenario. Yo no había bailado nunca el ballet de Giselle y me ha gustado poder trabajar el estilo romántico y trabajar las diferencias estilísticas entre el primer y el segundo acto. Personalmente me parece especial haber estado en la primera producción clásica de Joaquín De Luz.
Para terminar, ¿cómo te gustaría celebrar tu cumpleaños ideal?

Para mí el mejor cumpleaños es compartirlo con mis familiares y amigos, así que con cualquiera de ellos seré la cumpleañera más feliz del planeta.

 

HELE BALLA – CUERPO DE BAILE CND

 

Entrevista por: Natalia del Buey