Bailando por el mundo con Sara Lorés

¡Feliz Cumpleaños!

Sara Lorés se define como persistente y trabajadora. Enamorada de la música y amante de los animales, esta jacetana tiene una sensibilidad especial, definida por su contacto estrecho con la naturaleza desde la infancia. Entró a formar parte de la Compañía Nacional de Danza en septiembre de 2016, primero bajo la dirección artística de José Carlos Martínez y, después, de Joaquín De Luz.

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Creciste en un entorno familiar en el que la danza estaba presente cada día ¿Fue eso lo que te impulsó a querer bailar?

Creo que no me plantee si quería bailar hasta que fui mayor. Desde siempre estuve en una sala de ballet gracias a mi familia, así que creo que surgió como algo totalmente natural en mi. Era mi casa, y donde me sentía cómoda siempre.

¿Quién te enseñó a dar tus primeros pasos? ¿Es tu referente?

Mis primeros pasos vinieron de la mano de mis tías maternas, fueron ellas las que me enseñaron a bailar. Afortunadamente tengo muchos referentes en mi casa, mis tías entre ellos, por supuesto. Siempre he estado rodeada de gente extremadamente trabajadora, resiliente y generosa. Mi abuela y mis padres también han sido siempre una escuela constante.

¿Con cuántos años fue la primera vez que te subiste a un escenario? ¿Cómo recuerdas tu primera experiencia?

Pues creo que sería con unos tres años. No recuerdo las primeras veces, pero todos los recuerdos más tempranos que tengo sobre el escenario son muy buenos, llenos de alegría, seguridad y diversión.

Además de crecer moviéndote entre las tablas, también creciste entre la naturaleza de tu tierra, Jaca ¿Qué es lo que más disfrutabas cuando eras niña? Y ahora que estás lejos, ¿qué añoras de allí?

Mi vida siempre ha estado dividida, y sigue estando, entre el estudio y la naturaleza. Por suerte he podido disfrutar mucho de las dos cosas. De pequeña estaba siempre bailando y si no pasando tiempo con mi padre en el terreno donde ellos viven a día de hoy. Siempre había cosas que hacer y en mi casa nunca se estaba uno parado. También pasaba mucho tiempo con mi abuela materna, con la que siempre era un aprendizaje de vida continuo. Recuerdo una infancia muy feliz, siempre acompañada, muy divertida y dicharachera. Lo que más echo de menos de allí sin duda es a mi familia, y el río. Siempre intento buscar algún momento cuando estoy ahí para escaparme al río, sola, a disfrutar de la calma, del agua y del paisaje maravilloso que tienen en Jaca.

Además de por la danza, sientes una gran pasión por los animales, sobre todo perros y caballos ¿Tienes algún animal? ¿Por qué crees que tienes esa conexión tan especial?

Adoro los animales. Siento un amor, una empatía y un respeto infinito hacia ellos. He tenido una yegua durante 20 años que desgraciadamente falleció hace poco, y tengo a Luque, mi perro. Él me acompaña siempre. Toda la Compañía lo conoce. Para mí es el más puro compañerismo, respetuoso y sin expectativas. Nos acompañamos y protegemos los unos a los otros sin pedir nada a cambio.

Para una jacetana, haber formado parte del Joven Ballet del Pirineo debe ser un orgullo ¿Qué aprendiste durante esa etapa? ¿Qué pieza o papel fue el que más te marcó?

El Joven Ballet nació como una iniciativa para tener algo más de apoyo y reconocimiento. Íbamos a los concursos y éramos un buen grupo. Disfruté mucho con mis compañeras durante esa etapa. Bailé muchas variaciones que me encantaban y me siguen gustando muchísimo del repertorio clásico. Me recuerdo a mí misma en el escenario disfrutando y siendo una sin vergüenza (risas). Siempre andaba detrás de las bambalinas revoloteando y haciendo reír a mis compañeros.

La carrera de un bailarín, empezando desde tan joven, obliga a renunciar a una vida normal ¿Qué cosas te hubiera gustado hacer que no pudiste?

No siento que haya renunciado a nada. En mi adolescencia no hice muchos amigos porque siempre estaba ocupada bailando, pero los hice más tarde, y muy muy buenos. Muchas de las personas más importantes que tengo en mi vida me las ha dado la danza. Así que en vez de tener un sentimiento de renuncia lo tengo de gratitud, por la madurez, los viajes y las experiencias vividas.

Sin embargo, los años de aprendizaje, formándote en distintas escuelas y participando en diversos concursos, en tu caso nacionales e internacionales, te habrán regalado recuerdos muy especiales ¿Podrías compartir alguno de ellos? ¿Cómo era tu relación con tus compañeros? ¿Conservas a alguno?

Tengo miles de recuerdos y de gente estupenda que guardo con mucho cariño. Tengo recuerdos increíbles de un par de veranos que pasé en Londres en un cursillo de verano donde pude conocer y aprender de grandísimos bailarines del Royal Ballet, recuerdos de concursos como el Certamen de Ribarroja o de Torrelavega y también algunos realmente maravillosos de mis primeros viajes y experiencias vividas con la Compañía.

Llegaste a la Compañía Nacional de Danza en 2016 bajo la dirección de José Carlos Martínez ¿Cómo te sientes al formar parte de ella? ¿Qué supone para ti tener la suerte de poder vivir de la danza dentro de tu país?

Entrar en la Compañía fue un sueño hecho realidad. Algo que nunca creí que llegaría a suceder y por lo que siempre daré las gracias infinitas a Jose Carlos, que vio algo en mí y me dio la oportunidad. También a Virginia Valero que siempre creyó en mí y me animó a presentarme. Después vino Joaquín, a quien también le doy las gracias por darme la oportunidad de quedarme y seguir haciendo lo que más me gusta. Poder bailar en un teatro en España y poder llamar a mis padres y a mis amigos para que vengan a verme bailar es algo que me hace muy feliz. Solo desearía poder hacerlo más a menudo. Uno de los recuerdos más bonitos que guardo fue en el Teatro Real, abriendo la pieza de “Enemy in the Figure” con todo el escenario para mí y mis padres en el patio de butacas.

Llevas cinco años bailando en la Compañía Nacional de Danza, primero bajo la dirección de José Carlos Martínez y ahora con Joaquín De Luz como director artístico. ¿Cómo ha sido tu evolución en la CND en este tiempo?

Con José Carlos Martínez fue una etapa de iniciación en el mundo profesional, en la cual estuve centrada en la maduración técnica, artística y personal. Mientras que con Joaquín De Luz estoy más centrada en la explotación de diferentes estilos. Agradezco mucho a ambos directores la confianza que han depositado en mí.

Y, ¿cómo te encuentras ahora dentro de la Compañía?

Después de las dos operaciones que he tenido que realizarme en estos dos últimos años ha sido realmente difícil recuperarme e incorporarme al trabajo. Ha conllevado mucho esfuerzo estar en el estudio de nuevo, pero me siento con más ganas de bailar y más en forma que nunca. Parece que las cosas se empiezan a mover poco a poco después de la pandemia y eso me produce mucha ilusión, pero también impaciencia. ¡Me muero de ganas por llenar las maletas de nuevo, de subirme al escenario y de seguir con las giras!

Para terminar, has podido compartir tu forma de ver el arte con muchas personas ¿Cómo la describirías?

A parte de estar en un escenario con una audiencia, tuve la suerte de participar en una iniciativa de la CND en colaboración con Plena Inclusión. Fue una experiencia maravillosa donde pudimos acercar la danza a gente con distintas capacidades o pacientes de distintas enfermedades. Fue realmente enriquecedor ver cómo personas que tienen una cotidianidad dura debido a su enfermedad, con la danza y la música, son capaces de sanar y olvidar su condición al menos durante un rato. El estudio estuvo lleno de sonrisas, diversión y placer durante unas cuantas jornadas y demostramos que la danza también tiene una labor educativa y que puede mejorar la vida de quien la practica. No solo es lúdica y debería ser accesible para todo el mundo.

 

SARA LORÉS – CUERPO DE BAILE