Bailando por el mundo con Marcos Montes
Marcos nació en Madrid, donde se graduó en el Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma. En 2011 fue aceptado en el programa de verano de la Boston Ballet School donde le ofrecen una beca como aprendiz bajo la dirección de Mikko Nissinen. En 2014 continúa su carrera como bailarín en la compañía caraBdanza interpretando repertorio de estilo neoclásico y contemporáneo. Después, invitado por José Carlos Martínez, colabora con la Compañía Nacional de Danza en la producción de Don Quijote y también participa en el ballet Raymonda Divertimento.
¿Qué significa para ti bailar?
Para mí puede significar muchas cosas, es una forma de evadirme, de desconectar un poco de lo normal, de lo que solemos llevar a diario, lo que es la rutina de coger el tren desplazarte al trabajo, aunque claro yo tengo la suerte de que mi trabajo es bailar.
Bailar es una forma de vida. Al final tú bailas, y cuando sales de la sede, tienes que seguir algunas pautas. Por ejemplo, voy al gimnasio a hacer un poquito de máquina para correr y mantenerme en forma; a lo mejor llevar una dieta más equilibrada que una persona normal de la calle, más que nada cuidar tu cuerpo.
Es una forma de vida, una desconexión, es un todo absoluto. La música, el piano, el maestro… No sé desde pequeño eso era mi sueño y estoy muy feliz de que aún lo estoy haciendo. Espero que me queden muchos más.
¿Cómo y cuándo te planteaste bailar a nivel profesional?
Yo empecé a bailar en la escuela municipal de Alcobendas, Ingresécon ocho/nueve añitos. Estuve dos años hasta que una profesora de la escuela le dijo a mi madre: “a este niño te lo tienes que llevar de aquí y lo tienes que llevar al conservatorio, tiene aptitudes muy buenas para la danza. Puedes apostar por él”. Al final le dijo “el no ya lo tenéis. Id a por el sí”.
Fui a hacer las pruebas en el Real Conservatorio de Danza Mariemma y me cogieron. Estuve dos años en grado elemental y cinco años en grado medio, que ya son enseñanzas profesionales. Y bueno, me decanté por la danza clásica.
A los diecisiete años me fui a Estados Unidos a trabajar. Es decir, que profesionalmente contamos el conservatorio como una carrera, que lo es, pues llevo desde los once. Y ya bailando profesionalmente desde los diecisiete.
Has estudiado danza en distintas compañías, en cuanto a la técnica ¿Qué aspectos podrías rescatar?
En el Conservatorio nos enseñan la técnica clásica que es la europea, es decir la escuela francesa, que es lo más cercano que tenemos aquí. Y luego por ejemplo en Estados Unidos pues también pude saborear distintas técnicas como Balanchine. Además yo convivía mucho con varios bailarines cubanos. Bailarines espectaculares, ellos me enseñaron mucho. Así pude palpar la danza cubana que es muy diferente a la europea o a la americana.
Al final he ido tomando un poco de cada una y así he podido hacer esa fusión, que la verdad viene muy bien para la mochila de un bailarín.
Has tenido la oportunidad de bailar en distintos escenarios con personas de muchas nacionalidades diferentes estilos ¿te identificas con algún estilo? ¿Por qué?
Te diría que sí y te diría que no, porque al final cada bailarín es un mundo y creo que es lo bonito de la danza. Así, al final todos tenemos una esencia; todos partimos de la misma base, de la misma enseñanza, se hace plié en todos lados.
Fuiste acreedor a una beca en el Boston Ballet School. ¿Qué sentiste al recibir esta oportunidad?
La verdad es que fue muy fuerte porque yo no me lo esperaba en abosoluto. Yo conseguí que me aceptasen para hacer la prueba y de ahí hice el curso de verano que son seis semanas. Cuando yo ya me volvía a España me invitaron a quedarme todo el año como aprendiz de la Compañía. Y así fue. Fui para allá en septiembre. Mi hermana me acompañó allí para hacerme un poco a la vida: encontrar piso, ella hablaba muy bien inglés. Y bueno estuve un año allí. Fue como un sueño hecho realidad. Pasé de estar bailando en el Conservatorio en Madrid a realmente pegar ese salto tan grande, al otro lado del charco, como es el Boston Ballet. Una compañía a nivel internacional reconocidísima, con unos bailarines espectaculares. No me lo creía. Me despertaba cada mañana pellizcándome para ver si estaba soñando o era todo verdad.
Estuviste mucho tiempo fuera de Madrid. ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Qué te aportó?
Al final estuve fuera tres años. A mí me encantaba Estados Unidos. Me sigue encantando. En realidad yo allí lo tenía todo. Tenía mi trabajo y tenía mis amigos. Me fui muy joven tan lejos. Porque no estaba en Europa a dos horas en vuelo, estaba a 8 horas de vuelo. Pero en realidad fue muy enriquecedora la experiencia. Me llevo momentos y recuerdos preciosos. Finalmente hubo un momento que ya sentí la llamada de que tenía que volver a España, y me volví con veintiún o veintidós años. Y me dije: “ya tendré tiempo de volver a Estados Unidos si quiero volver en algún momento. De aquí no se van a mover”. Fue así como me volví a España en 2014.
Ya en España me fui a Zaragoza a la Compañía LAMOV, con Víctor Jiménez como director artístico. De ahí me fui a CaraBdanza. Donde estuve un año y medio con Gonzalo Días. Finalmente, salté a la CND en 2015.
¿Estando lejos extrañabas España?
Pues extrañaba muchas cosas, a parte de mi familia, amigos. Yo soy de Madrid y soy muy de Madrid (risas). Aun así, me encanta viajar. Puedo ser una persona de mundo, pero de verdad que tengo un agarre a Madrid muy fuerte. A mí me encanta pasear por mi ciudad, sentarme a tomar un café en cualquier cafetería, descubrir rincones nuevos. Yo necesitaba estar aquí. Si hubiese querido me habría podido quedar en Estados Unidos y a lo mejor hoy, en 2021, seguiría allí, no lo sé. Pero yo necesitaba volver.
¿Qué sentiste cuando José Carlos Martínez te invitó a bailar en la CND?
Pues en ese momento yo estaba trabajando en la Compañía CaraBdanza. Por las tardes daba clases en una escuela, tenía ocho grupos y daba danza clásica, contemporánea. Incluso me atreví a dar teatro musical a los niños. Y también trabajaba los jueves y viernes en un Starbucks.
Entonces, lo recuerdo muy bien. Fue un jueves. Iba saliendo de la cafetería y me llamaron y me dijeron “necesitamos que te vengas a la Compañía Nacional para que estés con nosotros para la producción del Don Quijote que estrenaremos en la Zarzuela en diciembre de 2015”. Claro esto era en octubre. Yo recién salido de trabajar me quité el delantal y me puse a gritar y llorar en medio de Plaza España. En mitad de la calle me puse a gritar “¡no me lo puedo creer!, ¡no me lo puedo creer! ¡Voy a entrar en la Compañía Nacional de Danza!”. Me llamaron para dos meses de producción, pero para mí era un sueño.
Al día siguiente hablé con mi jefe de Starbucks, le comenté que me habían llamado de la CND. Se puso como loco a gritar y me dijo: “Marcos. No me digas más. ¡Vete de aquí! Enhorabuena. Te lo mereces todo, que te vaya muy bien en la vida y que bailes todo lo que puedas”. Esa tarde trabajé. Me despedí de mis compañeros y de mi jefe y ya no volví más.
Y ahora, ¿cómo es trabajar con Joaquín De Luz y su equipo?
Son palabras mayores, porque Joaquín De Luz… ¿quién no conoce a Joaquín, incluso fuera del mundo de la danza? Impone el tener a una persona así, a un personaje público de alguna manera, porque es un bailarín estrella de la danza. Ha triunfado en cualquier parte del mundo. Un profesional de los pies a la cabeza.
Es muy enriquecedor tenerle en el estudio. Cuando nos da clases, ver como marca las cosas… A veces yo me sigo quedando embobado cuando le veo bailar. Es una gran experiencia. Y como digo siempre, son cositas que vamos guardando en la mochila de cada uno y son clave para tu formación y desarrollo, como bailarín y como persona.
¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
Si te soy sincero me gusta desconectar bastante de la danza. Además soy una persona inquieta. Antes de la pandemia iba a hacer clases de costura con una maestra maravillosa. Me encanta la fotografía. Ahora quiero ver si me puedo adentrar al mundo de la interpretación.
Y luego ya en casa, tampoco puedo parar. Estoy cocinando pero a la vez estoy cambiando el sofá de sitio. O sea, no puedo parar. Me encanta disfrutar de mis amigos, tomar un café, tomar una cerveza, salir a dar un paseo con mi perra, etc, etc.
Para terminar y con motivo de tu cumpleaños, ¿cuál es tu tarta favorita?
Hay infinidad de tartas, pero he de decir que si el día de mi cumpleaños llegas con una tarta de queso, vas a ser amigo mío, amiga mía, para toda la vida, jajaja. Es broma. Aun así hasta el día de hoy la tarta de queso es mi favorita.
MARCOS MONTES – CUERPO DE BAILE CND
Entrevista por: Monse Martinez Zabaleta