Bailando por el mundo con Shlomi Shlomo Miara
¡Feliz Cumpleaños!
Shlomi es un bailarín muy creativo. Nacido en Israel su carrera en la danza comenzó de manera inesperada. Tras formarse en L&L Goodman Bat-Door, Kamea Dance Company e Israel Ballet, viaja a Zurich para bailar en la Junior Zurich Ballet of Switzerland aún sin saber el idioma. En 2018 ingresa en la CND, donde ha bailado Pulcinella, Carmen, Giselle, Remansos, In Paradisum y Arriaga donde baila un extraordinario solo.
Naciste en Beer Sheva, Israel, donde comenzaste a bailar en L&L Goodman Bat-Dor. ¿Cómo recuerdas tus inicios en la Compañía?
Comenzar a bailar fue algo inesperado, porque yo no tenía ninguna intención de ser bailarín. Claro que bailaba en casa como todos los niños, pero nunca me interesó la danza como salida profesional. En esos años yo practicaba judo, y un día mi padre pareció darse cuenta de que no era para mí, por lo que me llevó a una clase de ballet. No estaba seguro del cambio, fue una gran sorpresa. Al principio sí que era un poco raro por el hecho de ser el único chico en la clase y la presión que eso suponía; además apenas tenía diez años. Así que tomé mi primera clase de ballet y el resto es historia. Fue mi padre el que me animó y ahora que lo pienso es genial, estoy muy contento de que lo hiciera.
En 2015 ingresas en el Junior Zurich Ballet de Suiza bajo la dirección de Christian Spuck. ¿Cómo fue ese cambio tan radical? Cambio de país, de compañía, de cultura…
Uno de mis objetivos era viajar al extranjero; sabía que no podría conseguir lo que quería en Israel. No tenía muy claro a dónde me dirigía o qué esperarme, nunca había trabajado en una gran compañía y encima ni siquiera sabía inglés. Fue interesante descubrirme conectando con otras personas sin ningún tipo de habilidades lingüísticas. Fue una buena experiencia.
Obtuviste el primer premio en la MIA Arbatova Ballet Competition. ¿Cómo recibiste ese reconocimiento?
La MIA Arbatova es una pequeña competición en Israel. Si tengo que ser honesto me sorprendió bastante ganar porque había gente con mucho talento en mi año. Nunca había pensado que tuviera algo especial dentro de mi forma de bailar o algo que ofrecer, ni siquiera cuando me ofrecieron el contrato en Zurich. Estaba preparado para recibir las malas noticias así que me pilló totalmente desprevenido. En aquel momento no estaba enfocado en ganar, sino en cuidarme y descubrir qué tipo de bailarín era.
¿Siempre has tenido claro que querías dedicarte a la danza? ¿Has tenido dudas?
El proceso fue más duro de lo que me imaginaba, porque cuando comencé mi formación en Israel, la escuela a la que iba no estaba muy enfocada a lo académico o a la profesionalización de bailarines y bailarinas. Trabajaba muy duro, pero nunca pensé que contarían otros factores, más allá de la danza en sí. Puedes ser un bailarín espectacular pero si tienes algún rasgo, como el ser bajo que es mi caso, eso puede determinar tu carrera artística. Muchas veces me han dicho que les gustaba como bailarín pero que mi altura no cumplía con los requisitos. Eso ha resultado muy doloroso para mí. Si la razón hubiera sido que no bailaba lo suficientemente bien lo habría aceptado y eso me motivaría a trabajar más, pero si el problema es la altura…
Al final algunas personas acabaron creyendo en mí y me siento muy afortunado porque finalmente he encontrado mi lugar. He tenido oportunidades y sigo trabajando. Me siento agradecido por lo que tengo porque hay muchos otros que no lo han conseguido.
¿Qué supone ingresar en una compañía nacional siendo tan joven?
Bueno, no soy tan joven (risas). Sentía mucha curiosidad por esta compañía, porque es una muy buena combinación entre una maravillosa forma de trabajar y tu vida privada fuera del trabajo. Es muy fácil perder la cabeza en este tipo de industria. Para mí es realmente importante encontrar un balance entre mi vida normal y la danza. Y además, siento que cuando encuentro ese equilibrio bailo mucho mejor y tengo mucho más que ofrecer. Es necesario saber apreciarlo porque este trabajo es muy duro e intenso.
¿Alguna pieza que te gustaría bailar?
In the middle, somewhat elevated, de Forsythe. Crecí viendo sus piezas. Aun siendo un crío, cuando no entendía nada de la danza, recuerdo ver coreografías suyas y quedarme con la boca abierta. Esa pieza en concreto fue con la que descubrí el trabajo de Forsythe.
En Arriaga, de Aguiló, Alosa, y tu director, Joaquín De Luz, bailas un solo de popping (estilo que se construye por medio de espasmos y contracciones de los músculos), junto a Iker Rodríguez. ¿Cómo se vive el estar realizando un solo en el escenario? ¿Cómo compaginas el estilo clásico y el contemporáneo?
La razón por la que me hacía muy feliz bailar esta pieza es porque, además de trabajar con Mar Aguiló, soy un bailarín bastante ecléctico. Adoro el ballet y también la danza moderna. Cuando era pequeño estaba muy influenciado por Batsheva y Gaga. Cuando bailo no lo pienso, simplemente el movimiento crece dentro de mi cuerpo y lo saco fuera, y es una mezcla entre los dos estilos, lo clásico y lo contemporáneo. Creo que Mar fue la primera persona que lo supo ver, y además me dio la oportunidad de investigarlo más a fondo. Cuando creamos piezas nuevas, la mayoría de las veces siempre se busca un estilo muy definido, o es clásico o es contemporáneo. Arriaga fue muy divertida porque cuando salí al escenario no estaba nervioso, ya que la mayor parte era improvisación. Así, cada función era diferente.
El momento de la función tiene que ser muy especial ¿Cómo es esa energía que existe entre cajas?
Debido al Covid llevo mucho tiempo sin poder asistir a una función en directo, así que he olvidado lo que se siente al estar al otro lado del escenario. El ambiente entre cajas para mi es algo natural. La CND tiene algo especial y es que la gente aquí disfruta de las funciones, no se siente como algo que es “vida o muerte”. También hay mucho apoyo por parte de todo el equipo, lo que me ayuda porque soy una persona muy nerviosa; me da paz y eso me ayuda a mejorar.
Eres una persona muy creativa, con muchas inquietudes artísticas. Hemos visto que desarrollas tus propias puestas en escena, con luz y música muy originales, muy contemporáneas. Háblanos de tu concepto del movimiento y de su fusión con otras artes. ¿Puede uno llegar a desnudarse totalmente, a ser uno mismo a través del lenguaje de la danza? ¿Te gustaría ejercer como coreógrafo en el futuro?
Si te soy sincero es una pregunta que me estoy hacienda estos días. Nunca había sentido curiosidad sobre la construcción de una pieza de danza, o sobre los pasos que hay que dar para enseñar a otras personas a bailarla hasta hace muy poco. Ha sido cosa de estos últimos meses cuando he empezado a interesarme por ello… Me pregunto: “cómo puedo partir de mi estilo y construir algo para otro que no sea yo”. El reto es crear algo que se convierta en un lenguaje que poder enseñar a otros bailarines y bailarinas. Es algo a lo que le estoy dando vueltas, así que no puedo darte una respuesta clara. De momento, solo estoy experimentando.
Y por tu cumpleaños, ¿hay algún dulce o tarta israelí típica que vayas a cocinar para celebrarlo?
Es una buena pregunta… Soy un gran fan del Shakshuka (huevo escalfado en salsa de tomate con especias) y del hummus (pasta de garbanzo) y los podría comer todos los días durante el resto de mi vida (risas). No he pensado en nada especial la verdad, me encanta la comida así que cualquier cosa estará bien.
SHLOMI SHLOMO MIARA – CUERPO DE BAILE
Entrevista por Sandra Cadenas