Bailando por el mundo con Cristina Casa e Ion Agirretxe

¡Feliz cumpleaños!

Cristina Casa, una de nuestras apasionadas bailarinas, comparte con la Compañía su manera de emocionar, desde que en 2015 bailó el rol de Quinteria en el Don Quijote. Comienza su camino en las escuelas de María Larios y África Guzmán, y continúa trabajando en escuelas y compañías extranjeras, como el English National Ballet o el Royal Ballet de Flandes. Su trayectoria marcada por su constancia le da la oportunidad de formar parte de la CND y de ascender en 2017 a la categoría de bailarina principal.

Ion Agirretxe, es luchador, perseverante y trabajador, características que le hacen ser un gran bailarín. Empieza bailando las danzas tradicionales de su tierra, el País Vasco, pero la deja para trabajar en la compañía Europa Dance, en Francia. Su carrera se forma en diferentes compañías nacionales y extranjeras, hasta que en 2016 pasa a formar parte de la CND. Dos años después, su sencillez y su capacidad de trabajo, le llevan a ascender a la categoría de bailarín solista.

Juntos, han llenado grandes escenarios con su complicidad, han trabajado y aprendido de los mejores coreógrafos y han realizado proyectos comunes guiados por su amor a la danza y hacia el otro. Ambos defienden desde su humildad la necesidad de perseguir sus sueños, emblema que transmiten día a día en la Compañía Nacional de Danza.

Alain Honorez

Ambos comenzasteis como bailarines desde géneros muy diferentes ¿Qué os llevó a adentraros en el mundo de la danza?

ION: Yo empecé a los cuatro años bailando en el folclore vasco. Allí participaba en muchos concursos. A raíz de ello, comencé a hacer ballet como preparación física para mejorar mi nivel. Por casualidad, me empezó a gustar mucho y con 14 años decidí venirme a Madrid para formarme y perseguir mi sueño.

CRISTINA: Yo bailaba hasta con la música del telediario. Recuerdo que todo empezó cuando una tarde después del colegio vi a unas niñas vestidas de rosa saliendo de una academia que había en el pueblo donde yo vivía, en Coslada. Me acuerdo de que le dije a mi madre: “mamá, yo quiero ir donde van esas niñas”. Yo era muy inquieta y al verlas moverse yo quería hacer lo mismo. Entonces mi madre me apuntó. Desde entonces no me he podido despegar de la danza.

 

Pregunta para Ion, ¿qué has podido aplicar de las euskal dantzak, danzas tradicionales vascas, a un estilo más clásico?

El folclore vasco me ha aportado mucha sabiduría y mucha ilusión. Era algo que disfrutaba mucho. Pero sobre todo me ha enseñado a saber estar en el escenario, gracias a los concursos en los que participaba y a bailar en las plazas de los pueblos. Recuerdo que yo me presentaba a los concursos para hacer amigos y para disfrutar bailando. Ahora, llegado a este punto en el ballet, también bailo para disfrutar con lo que hago porque si no, no merece la pena. En definitiva, ambas me han aportado mucha felicidad.

A pesar de empezar en caminos distintos, vuestros destinos se unieron en 2008 cuando ambos comenzasteis a trabajar en la Compañía de Ángel Corella ¿Cómo recordáis esa etapa?

CRISTINA: Fue muy especial porque era la etapa inicial de nuestros comienzos profesionales. Conocimos a bailarines de la talla de Hermán Cornejo, el mismo Ángel Corella, Gillian Murphy, Natalia Makarova … que pasaron ante nuestros ojos y nos hicieron abrirnos a ese mundo de lleno. Fue un momento muy bonito. Allí simplemente nos conocimos y éramos amigos. Pero gracias a esto surgió nuestra historia.

ION: Fue también una etapa maravillosa y muy motivadora porque Ángel Corella era para nosotros un referente a nivel mundial. Cuando nos enteramos de que iba a formar una compañía en España y después de que habíamos sido aceptados, nos emocionó mucho la oportunidad de trabajar con él. Pasamos cuatro años allí.

CRISTINA: Él valoró mucho nuestro trabajo. Nosotros nunca buscamos una posición principal en la Compañía, pero él nos daba papeles importantes que bailar. Nos transmitió mucha energía en un momento en el que acabábamos de empezar.

 

A raíz de la experiencia de trabajar juntos decidisteis en 2012 continuar vuestra carrera en la Royal Ballet de Flandes ¿Cómo es embarcarse en un proyecto común?

CRISTINA: Pasamos de no tener trabajo a conseguirlo los dos en la primera audición que probamos. Nos habíamos casado dos meses antes, en septiembre, y en noviembre ya estábamos trabajando allí. Cambió nuestra vida y empezó una nueva etapa. Veníamos, además, de bailar mucho clásico y allí hicimos mucho moderno de la mano de coreógrafos como William Forsythe. Para nosotros era un lenguaje completamente diferente al que habíamos hecho antes.

ION: Fue una etapa muy potente con un repertorio muy amplio. Teníamos la base pero no la conciencia ni la experiencia de lo que era moverse en ese mundo. Pudimos aprender mucho de todos los bailarines con tanta experiencia que había en la compañía.

CRISTINA: El perfil de bailarines era muy maduro, hasta de 30 y 40 años. Daba mucho respeto verlos, pero su capacidad de esfuerzo y de dar lo mejor de sí les hacía ser referentes para que bailarines jóvenes como nosotros quisiéramos llegar a ser así en el futuro. También trabajamos con un director del que aprendimos mucho, Sidi Larbi, que dio un giro muy bueno a la compañía.

Muchos bailarines se inspiran en otros compañeros de profesión ¿Qué habéis aprendido el uno del otro?

ION: Tranquilidad… mucha tranquilidad, sinceridad y muy buena energía.

CRISTINA: Para mí es admiración. Cuanto admiras y respetas a alguien, no puede haber algo más bonito. No juzgas, sino que respetas. Nos intentamos ayudar. Por ejemplo, muchas veces él me dice: “esto mejor hazlo así”, y yo hago lo mismo con él. También es cierto que cuando nos toca bailar juntos es cuando más discutimos. Tenemos más confianza que con otros compañeros y por eso hay más roces. Exiges más y dices las cosas de una manera determinada por ser tu pareja.

  

La carrera artística suele enfocarse desde un punto más individual, pero vosotros habéis decidido compartirla juntos ¿Cómo es vivir vuestra profesión en pareja? ¿Qué sentís cuando bailáis con el otro? ¿Cuál es la diferencia de hacerlo con otros partenaires?

ION: Bailar juntos es mágico. Es como si respiráramos a la vez. Es mirarnos y saber por dónde coger. Si ella tuviera los ojos cerrados sabría por dónde la voy a coger. Bailar con otros compañeros te aporta otras cosas que luego puedes incluir en tu forma de bailar.

CRISTINA: Bailar juntos es libertad. Es la importancia de la mirada. Yo confío plenamente en él. Es muy buen partenaire. Le admiro un montón. Con otros partenaires el proceso evidentemente es más largo, pero es muy bonito bailar con alguien que no conoces. Te aporta nuevas sensaciones, nuevas formas de moverte y eso enriquece mucho. Es como aprender un nuevo idioma.

Tanto juntos como por separado, vuestro talento se ha visto recompensado en la obtención de algunos premios ¿Qué supone para vosotros esos reconocimientos?

ION: Es un reconocimiento a tu trabajo, tu esfuerzo y tu sacrificio que es de agradecer. Es importante que alguien le dé valor a lo que haces. También es una motivación para crear tu sueño.

CRISTINA: En mi caso los premios han sido oportunidades para poder formarme. Me dieron la oportunidad de irme a Londres y a Estados Unidos y fueron experiencias que me formaron como persona y como bailarina.

 

También habéis podido interpretar papeles de gran relevancia ¿Cuál de ellos destacaríais?

ION: Para mí el papel que más me ha marcado ha sido el Molinère de Sombrero de Tres Picos. Nunca me imaginé bailando un rol así con unos zapatos de flamenco. Fue muy emocionante bailar una pieza de Falla con alguien como Lorca Massine. Es un ballet precioso que debería visibilizarse más. No todo el mundo tiene la oportunidad de hacer esta pieza en una compañía clásica y yo la tuve.

CRISTINA: En mi caso fue el de Aurora en Bella Durmiente en el Royal Ballet de Flandes. Era un rol muy técnico y muy duro. Sin embargo, Marcia Haydée, quien me dio la oportunidad, me enseñó a hacerlo mío. Ella respetaba con mucho mimo la forma de bailar de cada bailarín.

¿Qué ha supuesto, para ti Cristina, bailar en Madrid el papel protagonista de Giselle, con coreografía de vuestro actual director Joaquín De Luz? ¿Y para ti Ion, qué ha supuesto bailar Hilarión? ¿Coincidisteis en el escenario con esos roles?

CRISTINA: Bailar Giselle era un sueño para mí, me hacía muchísima ilusión. Me alegro de haber podido bailarlo en una etapa madura de mi carrera porque me ayuda a entender mejor las emociones y unirlas a los sentimientos que yo he vivido. Me gusta además tener la oportunidad de mejorarlo en cada actuación.

ION: A mí el papel de Hilarión me recuerda mucho a cuando hice de Mercucio en Romeo y Julieta. Es una búsqueda interna del personaje muy especial que haces a partir de la lectura literaria, de ver coreografías y de salir al escenario que te lleva a entender la historia del ballet.

 

La CND, bajo la dirección de José Carlos Martínez, significó la oportunidad de volver a casa y de formar parte de su elenco ¿Cómo es trabajar en la Compañía? ¿Qué destacaríais de ella?

CRISTINA: Es curioso. Yo de pequeña veía los vídeos de la CND y pensaba que nunca iba a poder bailar aquí. Cuando desembarqué en la Compañía fue como un sueño. Hay una energía muy especial y optimista entre los bailarines. Cada mañana cuando me pongo en la barra y escucho la primera nota en el piano me encuentro muy afortunada por poder pertenecer a la Compañía Nacional de Danza de mi país.

ION: Bailamos un repertorio muy variado de puntas y contemporáneo. Tenemos que dar las gracias, especialmente ahora, por poder bailar y llevar el nombre de la Compañía Nacional de Danza de nuestro país allá donde vayamos.

Y para finalizar, ¿Cómo tenéis pensado celebrar vuestros cumpleaños? Lo celebráis juntos ¿o lo hacéis por partida doble?

CRISTINA: ¡Es que es tan curioso que cómo no lo vamos a celebrar juntos!

ION: Tenemos ensayo general y actuación. Nos va a pillar bailando.

 

CRISTINA CASA – BAILARINA PRINCIPAL CND

ION AGIRRETXE – BAILARÍN SOLISTA CND

 

Entrevista por: Natalia del Buey