Repertorio

Forgotten Land

Jirí Kylián

Kylián, comparándolo con Britten, ve en Sinfonía de Réquiem un trabajo de carácter más personal que político, ya que son los individuos los que siempre determinan el panorama político. Son siempre las personas y la Naturaleza las que hacen que la rueda de la evolución gire un poco más.

  • Estreno absoluto: por el Stuttgart Ballet, el 12 de abril de 1981
  • Estreno por la Compañía Nacional de Danza: en el Teatro Madrid, Madrid (España), el 23 de abril de 1993
Forgotten-Land-PORTADA-1

Benjamin Britten nació en East Anglia, zona costera de Inglaterra que se está hundiendo bajo el mar lentamente. La imagen del mar arrebatando un pedazo de tierra -junto con un cuadro de Edward Munch- fue el motivo inicial de inspiración de la coreografía Forgotten Land, la base y el centro de la existencia humana, en sí misma siempre sujeta a eternas metamorfosis y mutaciones; la tierra que, desde tiempos remotos, recoge las huellas de generaciones; tierra en la memoria de los seres humanos, que debe ser olvidada por causa de enfrentamientos políticos; tierra destruída por la naturaleza o por negligencia del hombre; tierra deseada, que sólo emerge en nuestros sueños; tierra de promesa y de ilusión.
Sinfonía de Réquiem – (Protesta Sinfónica)
“Con la condición de que no tenga que ser chovinismo musical”. Esta fue la condición que Benjamin Britten impuso cuando, en 1940, el British Council le encargó escribir una sinfonía para la dinastía gobernante de una “potencia extranjera”. Este encargo resultó proceder de la dinastía japonesa Mikado que deseaba celebrar su 2.600 aniversario. En aquellos días Britten vivía en los Estados Unidos. La guerra en Europa estaba tomando cada vez peor cariz y Britten -políticamente comprometido y convencido pacifista- no renunciaría a su punto de vista. La obra que escribió “para la dinastía japonesa” fue Sinfonía de Réquiem, composición en contra de la guerra. Una obra musical sobre la locura de la guerra, contra la inutilidad de la misma. Al cliente está idea no le hizo muy feliz y rehusó aceptar la obra ya que Sinfonía, basada firmemente en principios cristianos, representaba un insulto directo para el Emperador. En consecuencia, Britten se la dedicó a su familia en Inglaterra, esta sí, abiertamente en contra de la amenaza de guerra.
Sinfonía de Réquiem es una sinfonía in D (significa “en Re” en inglés); en el caso de Britten la D probablemente hace referencia al día-D, y con toda seguridad a la muerte (“death”) que se muestra tan implacable en tiempos de guerra. La obra se compone de tres movimientos: Lacrimosa, Dies Irae y Requiem aeternam, en otras palabras, los tres estados de la mente: tristeza, ira y resignación.
La ira ha volado en mil pedazos, aniquilándose a sí misma en el finale, el Requiem aeternam de resignación, y un nuevo orden emerge de los pedazos. Aunque haya habido una explosión, él cree que nada desaparece por completo; siempre sobreviene algo nuevo. En el caso de Sinfonía de Réquiem se trata de esperanza y resignación. El último movimiento no se centra exclusivamente en la paz conseguida después de la guerra. Es, sobre todo, una oración por la paz (la paz eterna sea con ellos, oh Señor), una paz que, desgraciadamente, tardó mucho en llegar.

Información

  • Coreografía:
    Jirí Kylián
  • Música:
    Benjamin Britten (1913-1976). Sinfonía de Réquiem, opus 20
  • Puesta en escena:
    Roslyn Andersson
  • Escenografía y diseño de vestuario:
    John Macfarlane
  • Diseño de iluminación:
    Joop Caboort
  • Realización de escenografía:
    MOMA
  • Realización de vestuario:
    Atelier Marlies Kwade y sastrería CND
  • Duración:
    20' 25''
  • Elenco estreno CND:
    1er mov: Marisa Cerveris, Raúl Tino (Negro), África Guzmán, José Antonio Quiroga (Gris), Mireia Bombardó, Óscar Torrado (Beige); 2º mov: Mar Baudesson, Tony Fabre (Rojo), Catherine Habasque, José Antonio Beguiristain (Rosa); 3er mov. Eva López Crevillén, Ángel Rodríguez (Blanco)